A veces una canción logra acercarnos de modo nuevo y actual a un pasaje del Evangelio. Esto es lo que consigue Luispo con su canción “Dímelo todo”: de fondo vamos imaginando la parábola del Hijo Pródigo. La letra nos habla de gente perdida que busca la felicidad en sucedáneos que aparentemente llenan pero luego te dejan peor que antes. Pero, sobre todo, “Dímelo todo” nos habla de un Padre bueno que acoge sin juzgar, que está siempre dispuesto a escucharnos, y que no se cansa de seguir dándonos la oportunidad de comenzar de nuevo.
Las estrellas se callan, pero saben que no eras
anoche el mismo que en otras aceras
botaba de alegría sin parar, y no da igual.
No te mientas, las copas de balón sólo anestesian,
si quieres combatimos la tristeza
a gritos y que sangre de verdad.
Dímelo todo, elige tú el lugar, el cuándo y cómo,
si vas a llorar mucho me hago el tonto
jugando con los hielos sin mirar,
conozco un bar
donde los locos se juegan a una carta su tesoro
y ganan siempre aunque lo pierdan todo,
se sacan de la manga siempre un as.
Era buena probablemente toda la novela
que habíamos soñado y sólo queda
papel mojado y fotos que borrar o conservar.
Y se llenan los ojos de esas lágrimas que ciegan
y matan el orgullo y tanta pena,
brindemos y volvamos a empezar.
Dímelo todo, elige tú el lugar, el cuándo y cómo,
si vas a llorar mucho me hago el tonto
jugando con los hielos sin mirar,
conozco un bar
donde los locos se juegan a una carta su tesoro
y ganan siempre aunque lo pierdan todo,
se sacan de la manga siempre un as.
Dímelo todo…
Dímelo todo…
