Ellos replicarán:

– Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, inmigrante o desnudo, enfermo o encarcelado y no te socorrimos?

Él responderá:
– Os aseguro que cada vez que a uno de éstos más pequeños le respondisteis «vete a Cáritas» (o a Migra Studium, o a Pueblos Unidos, o a Red Íncola…); cada vez que os bastó firmar una campaña de change.org para olvidaros de su necesidad; cada vez que exigisteis que viniese derivado de alguna entidad; cada vez que os justificasteis diciendo que erais un grupo de ‘reflexión’ y no de ‘acción’; cada vez que saciasteis vuestra conciencia con una mera foto de denuncia en vuestro muro; cada vez que quedasteis satisfechos enseñando el camino al comedor social; cada vez que os repetís de nuevo «la próxima vez sí, pero ahora no es el momento»; cada vez que le pedisteis su trabajador social, su referente o su programa de inserción; cada vez que salisteis a la calle con carteles de ‘Welcome refugees’ o «Bienvenidos» pero luego estabais demasiado ocupados y con demasiado miedo para abrir vuestra puerta; cada vez que condicionasteis vuestra acogida a que hablase bien castellano y fuese educado; cada vez que priorizásteis la incidencia a la necesidad que llamaba a vuestra puerta; cada vez que os excusasteis con un «en los tiempos que corren y con las noticias que nos llegan…»; cada vez que vuestro objetivo fue un selfie que consiguiese más ‘likes’; cada vez que silenciasteis vuestra conciencia con un «algo habrá hecho para estar así»; cada vez que os venció la duda «¿y si es un ladrón o un terrorista?»; cada vez que vuestra respuesta fue «sí, pero depende de a qué hora»…
…fue a mí a quien se lo hicisteis.

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