Podemos y el Partido Popular no son partidos políticos que intercambien elogios precisamente. Más bien han ido situándose en el extremo del tablero político. Intentando que se les vea siempre como adversarios, extremos irreconciliables que defienden posturas antagónicas. Por ello ver a un diputado de un grupo elogiar a uno del otro es un genuino motivo para la esperanza. Casi un milagro de Adviento.
Y ha sucedido estos días. El diputado del Partido Popular Alfonso Candón abandonaba su escaño en el Congreso y con ese motivo el diputado de Podemos Alberto Rodríguez se dirigió a él para decirle «una de las cosas más bonitas que se le pueden decir a una persona: es usted una buena persona». Más adelante el diputado popular reconocía con agradecimiento el piropo en un tuit. Reconocer la bondad en el otro es un motivo para la esperanza, pero además hacerlo respecto al contrario político y con deseo de que ‘quede escrito’ habla de algo que va más allá. Nos habla de la posibilidad real de que eso que esperamos sea tangible. No solo un buen deseo, una idea utópica, un proyecto ilusionado. La esperanza en la unión, en el trabajo por el bien común es algo tan real como toda la crispación y tensión que vemos a diario en el escenario político.
Lo primero que me surge ante este gesto es una invitación a reflexionar en dos direcciones. La primera, acerca de qué vamos dejando en los sitios por los que vamos pasando, si grandes logros (o fracasos), o esa ‘calidez humana’ que se le ha reconocido al diputado saliente. Si pasamos haciendo el bien o haciendo nuestro bien ¿Dejamos tras de nosotros calidez, acogida, buenas palabras? ¿O nos preocupa más qué deja en nosotros lo que vivimos?. Y la segunda línea de reflexión que me sugiere este gesto se refiere a la propia capacidad de reconocer lo bueno en el otro. De no limitarnos a la etiqueta, la idea preconcebida o la propia expectativa generada. ¿Tenemos esa capacidad de mirar a la persona, de mirar qué deja a su alrededor (bueno o malo)? ¿O nos limitamos a ver de qué modo cumple con lo que esperamos de ella (bueno o malo)?
Con esta escena hemos visto que es posible anteponer las personas a las ideas, anteponer el bien común al programa propio. Es posible reconocer la bondad en el otro, reconocer lo que aporta su presencia, sin limitarse a presentarlo como imagen del mal y objeto de odio visceral. Y doy las gracias a estos dos diputados porque esto sí que me representa.