Hace unos fines de semana haciendo un zapeo me encontré un programa americano de restauración de coches. Justo me tocó ver una parte en la que el gerente y cabeza pensante del taller recibía un motor de muchísima potencia. Enseguida empezó a imaginar y soñar a qué coche podría ponérselo mientras el resto de sus compañeros no entendían o no veían nada de lo que decía. El gerente enseguida se fue a visitar distintas chatarrerías y carrocerías para buscar lo que tenía en mente. Al final encontró una vieja furgoneta. Entonces, con la gente de su equipo, empezaron a construir todo lo que había soñado hasta que lograron el producto final.

Tras ver este proceso me vino a la mente lo necesario que es ver, creer y confiar en lo que nadie ve.

Me pareció fantástico como este hombre era capaz de ver y soñar lo que todos los de su alrededor no veían ni soñaban, era capaz de ver más allá de la aparente, de lo superficial, de lo mediocre y ver todas sus capacidades y sus posibilidades.

Qué pasaría en nuestro mundo cercano, en nuestras relaciones, en nuestros proyectos, si fuésemos capaces de superar esa primera mirada superficial o básica de lo aparente y fuéramos capaces de descubrir la cantidad de posibilidades y de potencialidades que hay detrás de cada persona y situación esperando que alguien sea capaz de verlo, soñarlo y crearlo.

Son muchos los pasajes y los momentos en que Jesús se encontró con alguien y supo ver más allá de lo superficial y de las etiquetas y encontrar el potencial oculto de cada situación o persona restaurando su dignidad.

Sintámonos llamados a ver lo que nadie ve, a soñar lo que nadie sueña, creer lo que nadie cree y crear lo que nadie está dispuesto a crear, en todas las personas y proyectos que la vida nos trae.

Estamos invitados a no dar a nada ni a nadie por perdido.

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