Te invito a ponerte en situación. Eres mujer y vas con tu novio a un restaurante, al terminar la cena pedís la cuenta. ¿A quién se la ponen delante? Creo que podríamos decir con mucha tranquilidad que en un porcentaje muy alto se la pondrían a él para que pague, los hombres son los proveedores, ¿no? Lees el siguiente titular: «Un médico del SAMUR muere en un accidente de tráfico». ¿De qué sexo era la persona que ha muerto? No creo que nadie me diga que su primer pensamiento fue que era una mujer médico. A quienes defienden que el lenguaje es neutro, ¿estás de acuerdo? Voy en el autobús y el chófer pita a un coche porque ha hecho una mala maniobra. ¿Cuál es tu primer pensamiento? No sé el de ustedes, pero yo he de confesar con vergüenza pero con enorme sinceridad  que me digo a mi misma ‘es mujer’.

Todos estos ejemplos bien podrían salir en este vídeo de micromachismos que ha realizado eldiario.es, no sin polémica, lleva más de dos millones de visualizaciones en Facebook y todos los tipos de comentarios posibles.

A mí hace un tiempo me hicieron un enorme regalo, me invitaron a ponerme cada día las gafas de género, esas con las que eres capaz de identificar en los otros, pero también en ti misma, este machismo cotidiano que encontramos en las calles, en los centros de trabajo, en los bares, en las tiendas o en nuestras propias casas y que influye en nuestras vidas.

Reconocer en nosotros y en los gestos del día a día estos micromachismos significa encontrar el camino para conseguir la igualdad de oportunidades, que no es ideología sino justicia, que no es cosa de mujeres, sino de todos y todas. Decía la poetisa Dulce Chacón: «Acostumbrarse es otra forma de morir».

 

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