«…perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, y de María, la madre de Jesús…»

María, vaya vida la tuya. Cuando dijiste: «Hágase», ¿pensabas en esto? Sospecho que no, aunque también sospecho que igualmente hubieses aceptado. No caben muchas palabras ante tu imagen esta semana: una madre rota, el dolor atravesado de ver a un hijo destrozado; y, sin embargo, seguir ahí, al pie de la cruz, esperando

María es el prototipo de la mujer del Sábado santo, capaz de esperar en la hora del silencio. Capaz de mantener la esperanza en ese tiempo intermedio, entre la noche oscura y el amanecer radiante… De María no nos constan grandes palabras ni discursos, ni elaboradas profecías. Sólo sabemos que estuvo ahí, siempre… Y así nos habla de algunas dimensiones vitales que hoy siguen siendo imprescindibles: la aceptación, la firmeza, el silencio fértil, la valentía, la aceptación (sin regodeo) de lo que la vida tiene de cruz, y la fe en la promesa de lo que aún ha de llegar.

  • ¿En qué le he dicho yo a Dios: «Hágase»?
  • ¿Qué tal ando yo de todo eso? ¿Firmeza? ¿Acogida? ¿Silencio fértil? ¿Valentía? ¿Cruz?
  • ¿Qué espero?

Desde Abajo

Escribo desde abajo,
desde el sudor y el polvo,
donde tu Nombre se funde
con la risa y el llanto.
Tu Nombre cuando el frío
nos hiela en madrugada,
y en su vientre la tierra
nos quema los sembrados.
Tu nombre cuando el sol
ilumina las tardes
y se enciende la fiesta
después de la cosecha.
Tu nombre cuando el llanto
nos desgarra los sueños,
y lloramos los hijos
que nos robó la guerra.
Tu nombre en la mañana
cuando empieza el trabajo,
mientras la madre acuna
el hijo entre sus brazos.
Escribo desde abajo
donde la piel desnuda, 
sin ropajes ni excusas, 
me sabe más a cielo.

Judith Bautista Fajardo

 

CAIFAS  JUAN  JUDAS  PEDRO  PILATOS  MAGDALENA

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