Este libro no es ni una novela, ni un diario, ni una biografía, sino un simple relato, en el que, con una prosa sobria y concisa, Marcos Giralt evoca la difícil relación con su padre, la reconciliación posterior y el cuidado y acompañamiento del hijo al padre en los dos últimos años de vida de éste. Su gran mérito es trascender la situación particular para convertirse en una historia que la haces tuya: las heridas sanadas, la difícil comunicación entre padre e hijo, el perdón, la entrega desinteresada, el acompañamiento en la muerte…todos estos temas universales atraviesan sus doscientas páginas. Un texto sanador.
“Mi padre es consciente de que el fin se acerca. Su cuerpo no responde como respondía. Está permanentemente cansado. Todo le asusta. Todo representa un esfuerzo sumo y lo único que le resarce es el afecto que percibe a su alrededor. Antes, hace apenas unas semanas, lograba sobreponerse a las dificultades gracias a sus ganas de vivir. Ahora, perdidas las ganas o hecho a la idea de que más pronto o más tarde no le servirán, parece que lo único que le empuja es su deseo de no defraudar. De no defraudarme sobre todo a mí. Y quizá, también, de apurar el tiempo conmigo al máximo, de compensar, con esa entrega final, todo lo que en el pasado nos perdimos el uno del otro (págs. 176-177).