Antonio Prieto es un conductor de autobús jubilado. Tras la muerte de su esposa, se convierte en un problema para sus hijos que tienen que afrontar una situación para la que no estaban preparados. Es también la historia de una familia y de los nudos que se entretejen entre sus distintos miembros. Un libro que huele a humanidad y que muestra sin anestesia en qué consiste el verbo amar.

¿Por qué leer?

Sencillamente, porque Pedro Simón combina realismo y emoción como pocos lo saben hacer. Se trata de una pluma magistral capaz de navegar en los recuerdos más íntimos del lector, y de cada personaje. Y sobre todo, es capaz de saber mirar la realidad en toda su crudeza. Algo que pocos saben hacer.

Por otro lado, frente a una cultura que menosprecia la familia. Pedro Simón la muestra con toda su crudeza. No es un libro que destaque por ser muy esperanzador, pero sí se ajusta a la vivencia del ser humano sin artefactos ni fuegos artificiales, encarando sin anestesia ni moralinas el sentido de la cruz, de la culpa y del amor en pleno siglo XXI.

El primer día que tuve que limpiarle el culo a mi padre, me mentí diciéndome que era igual que cuando se lo limpiaba a mi hijo.
—Venga, Carmen, que es lo mismo; va, Carmen, que es tu padre; venga, mujer, que ese hombre te limpió el culo a ti.
Me lo repetía como quien está a punto de correr para darse impulso y saltar.
—Es lo mismo, Carmen. Hazlo ya.
Pero no. No es lo mismo.
Daba aquel salto y sentía que no hacía pie.
Todo el mundo se hace cargo de que sientas lástima cuando llega este momento, o incluso de que tengas un poco de miedo. Pero no está bien visto que una hija de cuarenta y muchos que trabaja como auxiliar de enfermería sienta algo de reparo con la mierda de su padre lo mismo que con las de los demás.
—¿Y no te da asco? —me pregunta Hugo, mi hijo.
—¿Cómo me va a dar asco, si es mi padre? —le miento.

Editorial

Espasa

Año de publicación

2024

Páginas

305

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