Por el retrato que hace de una sociedad que niega cualquier oportunidad a la población negra. Algo tenemos que aprender de aquellos tiempos en nuestro siglo XXI. Hay además muchos guiños a la cultura popular de esa década (canciones, marcas, programas de televisión o radio) que tampoco nos son ajenos.
Por la escritura, fácil de seguir, con personajes hondos y salpicada de metáforas nada artificiales que el autor deja caer en el texto sin que chirríen («Los chicos de la Nickel eran, como solía decirse, más baratos que un baile de diez centavos en el que bailas más rato del que has pagado», «Su cuerpo escupía el dolor como escupe la lluvia un tejado de pizarra», «Incluso las cucarachas eran más nobles; cuando encendía la luz del baño, se escabullían a toda prisa en lugar de ignorar su presencia»).
Por la esperanza que, a pesar de todo, dejan algunos episodios, y en especial los fragmentos de los discursos de Martin Luther King que acompañan al protagonista en toda su trayectoria.
Por la portada. Aunque nunca juzgues a un libro por su portada, en este caso han logrado un trabajo prodigioso. Después de leer el libro la verás de otra forma.
«El aire que Elwood respiraba era fresco, y todo cuanto veía por la ventanilla deslumbrante y renovado, ‘¿Así o así?’, le preguntaba el oculista cuando iba a la revisión, dándole a elegir entre lentes de diferente potencia. A Elwood nunca dejaba de sorprenderle que uno pudiera acostumbrarse a ver solo una pequeña parte del mundo. No saber que uno solo veía una pizca del todo. ‘¿Así o así?’ Definitivamente ‘así’, como lo veía desde la furgoneta en ese instante, la repentina majestuosidad del conjunto, incluidas las ruinosas chabolas y las tristes viviendas hechas de bloques de hormigón, los coches destartalados con las ruedas medio cubiertas por la maleza en un patio cualquiera. Vio un cartel herrumbroso anunciando zumo Wild Cherry Hi-C y le entró más sed de la que jamás había sentido en su vida.» (pág. 95)