captura-de-pantalla-2024-04-16-a-las-13.42.00.png

El tañer de las campanas a vísperas fue o bien la señal convenida por los sicilianos, o quizás el momento fortuito en el que los acontecimientos se precipitan y, una afrenta desemboca en una revolución que altera todo el panorama político mediterráneo. La liberación de los sicilianos del poder angevino supuso la frustración de los planes imperiales de Carlos de Anjou, que pretendía en ese momento la conquista de Constantinopla, y por otro lado, trajo la expansión del dominio marítimo aragonés con la coronación de Pedro III en Palermo. La obra de Runciman muestra una Edad Media de reinos e imperios, de relaciones internacionales y de alta cultura, una Edad Media que se distancia mucho de aquella idea de castillos aislados, señores feudales y rudos campesinos. Runciman lanza puentes para unir una multitud de acontecimientos, logrando presentar una cosmovisión medieval a la que cualquier historiador le dará gran veracidad.

Para muchos solamente habría que leerlo por la maestría que hay en su prosa y por haber conseguido hacer de un libro que es propiamente un ensayo histórico una obra literaria. Para mí, aunque comulgo con lo anterior, Las vísperas te descubren los entresijos del pasado, los caprichos del destino y la audacia de la política. Nos introducen en el momento en el que la idea de cristiandad se fragua y a la vez fracasa. Muestra, por lo tanto, el espíritu de una humanidad que se dispone a reordenar sus ideas, pero que no sueña ni por asomo con la modernidad, si no que busca culminar su época, y todo ello con una música resonando en cada página, las campanas.

«En la plaza, mientras esperaban a que dieran comienzo los oficios, la gente charlaba y cantaba. Repentinamente, apareció un grupo de funcionarios franceses que venía a sumarse a las fiestas. Fueron recibidos con miradas poco amistosas, pero ellos se empeñaron en mezclarse con la multitud. Habían bebido y estaban alegres, y en seguida empezaban a tratar a las mujeres jóvenes con una familiaridad ultrajante para los sicilianos. Entre ellos había un sargento llamado Drouet, que se dirigió a una joven siciliana casada, apartándola de la muchedumbre y molestándola con sus atenciones. Eso era más de lo que su marido podía aguantar».

captura-de-pantalla-2024-04-16-a-las-13.42.00.png

Editorial

Reino de Redonda

Año de publicación

2009

Páginas

484

Te puede interesar