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 Este año se cumple el centenario del autor francés premiado con un Nobel, lo que ya sería un motivo suficiente para revisitar sus libros. Pero Camus es más que un autor al que hay que estudiar en historia de la literatura; es un escritor apasionado por la condición humana y empeñado en responder a las últimas preguntas” sobre el ser humano, sobre todo a la cuestión de cómo debemos vivir una vida digna: nosotros, aquí y ahora con las pestes que asolan nuestra sociedad.

Al contar la historia de una plaga que asola una ciudad en el norte de África, Camus explora en “La Peste”  sobre todo los temas de la libertad -una lección moral ante los totalitarismos (a menudo se ha querido ver en el libro una metáfora de la resistencia ante la dictadura)- y el amor; los habitantes de Orán sólo empiezan a amar cuando se ven aislados y deben decidir por sí mismo qué hacer. Para Camus el objetivo de toda vida humana es vivir su existencia, con  todo lo que esta lleva de dolor y el sufrimiento dándole un significado, un sentido. Por eso también los temas de la religión y la “santidad”, entendida como heroísmo, son centrales en la novela Lo importante no es el resultado de nuestras vidas, sino como las vivimos. Así como los esfuerzos de los protagonistas por vencer la plaga son inútiles, la rebelión contra el dolor y el sufrimiento son absurdas. Por lo tanto lo que cuenta es cómo vives con ello y si eso te hace más humano. Tomar decisiones personalmente, al margen de toda imposición social o de una religión mal entendida, es lo que define.

  “Pero hay siempre un momento en la historia en el que quien se  atreve a decir que dos y dos son cuatro está condenado a muerte. Y la cuestión no es saber cuál será el castigo o la  recompensa que aguarda a ese razonamiento. La cuestión es saber si  dos y dos son o no cuatro. Aquellos de nuestros conciudadanos que  arriesgaban entonces sus vidas, tenían que decidir si estaban o no en la  peste y si había o no que luchar contra ella. Muchos nuevos moralistas en nuestra ciudad iban diciendo que nada  servía de nada y que había que ponerse de rodillas. Tarrou y Rieux y  sus amigos podían responder esto o lo otro, pero la conclusión era  siempre lo que ya se sabía: hay que luchar de tal o tal modo y no  ponerse de rodillas. Toda la cuestión estaba en impedir que el mayor  número posible de hombres muriese y conociese la separación  definitiva. Para esto no había más que un solo medio: combatir la peste.  Esta verdad no era admirable: era sólo consecuente.” 

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Editorial

Edhasa

Año de publicación

1947

Páginas

360

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