Porque Manuel Chaves Nogales es uno de esos pocos autores que mira la realidad de un modo distinto, asume la vida de las personas y sabe captar la complejidad del mundo. En este caso, y en otros correspondientes a su época, lee la Francia de la II Guerra Mundial con exquisita lucidez. En el caso de esta época, sabe analizar la realidad sin ideologías de por medio –algo que ahora sería muy complicado– y advierte de las grietas que llevaron a una democracia como Francia al colapso y cuya época en cierto modo puede parecerse a la nuestra. Y como siempre, se puede estar o no de acuerdo con su punto de vista, pero siempre viene bien leer visiones sugerentes, y esta lo es.
«Tragedia, naturalmente, sin solución, sin más desenlace posible que el aniquilamiento del protagonista. Porque, a pesar de la fascinación que ha padecido, el pueblo francés, en el fondo de su conciencia insobornable, sabe que en ese mito bárbaro del totalitarismo al que se ha sacrificado, no hay nada, absolutamente nada más que una rudimentaria y bestial expresión biológica. Francia sabe, y no ha podido olvidarlo, que hasta ahora no se ha descubierto ninguna forma de convivencia humana superior al diálogo, ni se ha encontrado un sistema de gobierno más perfecto que el de una asamblea deliberante, ni hay otro régimen de selección mejor que el de la libre concurrencia: es decir; la paz, la libertad, la democracia. En el mundo no hay más».