«La penúltima bondad» es un libro sugerente, evocador, luminoso y, sobre todo, esperanzador. Josep Maria Esquirol sigue por el camino que abrió con «La resistencia íntima»-Premio Nacional de Ensayo 2015- dándonos claves desde la filosofía para acercarnos a una vida lo más plena posible. Con un estilo profundo, pero a la vez, asequible, Esquirol parte de la situación de vulnerabilidad inherente a la humanidad -las afueras-, para invitarnos a llevar a cabo actos de bondad, de donación, de generosidad, que no solo dan sentido a nuestra vida, sino que son, en sí mismos, generadores de vida.
«Aquí en las afueras, alguien -pues solo alguien puede tener aquí-.
Aquí, en las afueras, quien piensa y ama, vive. En las afueras, hay zonas muy áridas, donde casi nunca llueve. Cuando lo hace, cada gota da paso a un brote de hierba. Cuando una gota cae en las afueras, en el desierto, da vida, hace nacer y es generadora. Quien va al desierto no es un desertor, nada tiene de avaro, y genera la comunidad que vive.
Aquí, en las afueras, quien piensa y ama, vive. Vive más que nada más.
Aquí, en las afueras, acurrucados sobre lo que amamos, generamos, pero también esperamos. No un paraíso perdido, ni una verdad impersonal que dejaría de ser verdad-, sino algún tipo de ternura, de calidez, de abrazo» (pág. 184).