Porque es capaz de introducir al lector en la vida, la poesía y la mística de un gran santo de la Iglesia Católica. No se trata solo de una descripción de su vida, sabe explicar al principiante cómo era fray Juan de la Cruz, la esencia de su espiritualidad y su particular modo de escribir.
Si bien es cierto que nunca es fácil contar la vida de un místico, Pedro Miguel Lamet sj saca a relucir su habilidad como biógrafo para guiar al lector de forma amena y con un vocabulario bastante rico y peculiar. Acompaña la historia no solo con la palabra, también con los personajes y hasta con paisajes que invitan a volar con la imaginación por tierras y ciudades de otra época sin igual.
Como ya es habitual en otras biografías del autor, esta obra también goza de gran rigor histórico. Además de adentrarnos en la vida de unos de los poetas más importantes de la Literatura Universal, el lector sentirá que se mueve y comprende los entresijos del viejo imperio español. Un siglo marcado por la fascinante conquista de América, la guerra en Flandes, la Santa Inquisición y la Reforma Luterana, pero también por Trento, los Austrias, la aparición de la Compañía de Jesús y el surgimiento de otras grandes figuras religiosas, como san Juan de Ávila y la propia santa Teresa de Jesús.
«Esa fue la aventura de san Juan de la Cruz, la de un niño pobre, un joven rebelde, un religioso sumiso, un reformador marginado, un poeta señero y, sobre todo, un viajero del alma que, sin brújulas ni mapas, encontró la fuente de sentido, el gozo y la belleza a partir de la fe oscura en su más profundo centro. Y, al descubrirlo, según sus propias palabras, ‘siente lo mismo que un pájaro que hasta entonces no sabía que tenía alas, y ahora comprende que puede volar, que puede ser libre y no necesita temer nada’.»