Porque necesitamos actualizar la vida de los santos. En un mundo en el que faltan grandes referentes, nos olvidamos que nuestra Iglesia y nuestra cultura poseen un magnífico catálogo de hombres y mujeres que fueron auténticos pioneros en su tiempo y cuyas vidas estuvieron marcadas por la aventura y por una profunda búsqueda de Dios.
Asimismo no es fácil encontrar biografías que sigan interpelando a todo el que se acerca. San Ignacio de Loyola vivió en el apasionante siglo XVI, sin embargo cinco siglos después su vida y su carisma siguen siendo relevantes para mucha gente. El modo de comprender la realidad de Ignacio –y por tanto de los jesuitas y de toda la familia ignaciana– se vuelve ahora más que nunca una oportunidad privilegiada para entender y adaptarse a un mundo que cambia demasiado rápido.
El éxito de este libro muestra la necesidad que tenemos las personas de historias bien contadas. Es una novela que no solo logra cuestionar al lector de cualquier edad, desde jóvenes a mayores, sino que tiende puentes con la realidad del siglo XXI. Su calidad narrativa hace que uno llegue a emocionarse y a empatizar con el propio personaje. Asimismo el estilo –como siempre en Olaizola– es tan ágil como accesible y no escatima energías en trasladar con elegancia al lector a la Europa del Renacimiento. Una novela imprescindible para los que comienzan y para los que siguen creciendo en la fe y en la espiritualidad ignaciana.