En un momento tan convulso en lo que al tema migratorio se refiere, como este que estamos viviendo, se torna casi necesario visitar esta realidad cotidiana transformada en ficción. Así desde ella podremos hacer un acto de empatía más genuino. En palabras del comediógrafo Terencio: homo sum humani nil a me alienum puto (“soy un ser humano: nada de lo humano me es ajeno”).
“Quería hablar de los motivos del exilio, del dolor de la tortura, de la dignidad que se camufla detrás de los actos más sorprendentes. Podría decir que quería hablar de la innegociable necesidad de justicia que tenemos los seres humanos, de la soledad, de la solidaridad, de la lucha, de la fría lógica del poder, de la facilidad con la que se articulan los discursos que tienen nefastas consecuencias para los ciudadanos. Podría decir que no quería crear personajes heroicos, sino simplemente personas que transitan situaciones difíciles y toman decisiones valientes, porque esos son los verdaderos héroes” (págs. 27 y 28 ).