Muchas editoriales han publicado el documento, que también se puede descargar de la página web de la Santa Sede. Tiene el estilo de este papa, coloquial, claro, comprensible, y a veces provocador por sus afirmaciones que son tan contundentes. A través de sus páginas, el Papa reflexiona sobre la alegría del evangelio, la necesidad de que la Iglesia recupere su dimensión misionera, lo que implica una impostergable renovación; reflexiona sobre la crisis del mundo actual y algunos desafíos que nos plantea a la iglesia y a los agentes pastorales. Plantea la conveniencia de que anunciemos el evangelio, de palabra, y de obra, con una evangelización real, concreta y especialmente sensible a la situación de los pobres. Invita a los creyentes a ser gentes de espíritu. Y todo ello lo va haciendo con un tono positivo, de quien quiere animar y motivar. Esta edición que presenta Sal Terrae tiene la peculiaridad de añadir un prólogo de Walter Kasper y un epílogo de George Augustin. Ambos ayudan a enmarcar bien la reflexión posible.
Desde esta web no pretendemos ahora hacer un análisis del documento. Ha habido muchos y muy profundos. Comentarios de teólogos, pastores, laicos… de gentes de Iglesia y de gentes de fuera. Pero lo que es posible, necesario y deseable, es que cada persona recorra sus páginas, se lance a conocerlo y pueda comprenderlo y reaccionar personalmente.
«La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interio, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría…» (EG,1) Nuestro es el reto de responder a esa invitación.