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El subtítulo Una correspondencia entre África y Nueva York lo explica todo, pero no dice nada. Hay que atreverse con la lectura de estas cartas, que suponen el continuo bofetón de dos miradas sobre el mundo en que vivimos. Y entonces verás cuánto se dice en ellas sobre nosotros mismos. Alfonso Armada como corresponsal en Nueva York y Gonzalo Sánchez-Terán desde Liberia, Costa de Marfil o Guinea Conakry (donde trabajó como responsable del Servicio Jesuita para los Refugiados) intercambian vivencias donde se vislumbra lo más atroz y lo más sublime de las creaciones humanas.

Las cartas, escritas entre 2002 y 2005, nos hablan de una relación de mutua admiración, nos sumergen en realidades que son un grito, nos provocan inquietudes pequeñas o inabarcables, y todo ello con una riqueza de metáforas que lo convierten en uno de esos libros que hay que leer con el lápiz de subrayar siempre a mano. Y tal vez con un pañuelo también, que ese bofetón conmueve entrañas.

«Este es el siglo más injusto de la historia porque podría ser el más justo […] Alrededor de este hospital la ciudad de N’Zérékoré yace a oscuras, y después, toda Guinea yace a oscuras, y más allá la inmensa África yace a oscuras, y detrás, aunque no lo parezca desde allí, la Tierra entera yace a oscuras, y por mucho que alumbren miles de millones de bombillas, mientras Pascal no mejore permanecerá a oscuras. Más te vale, te lo advierto con el puño apretado, que este niño no muera».

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Editorial

Trotta

Año de publicación

2008

Páginas

136

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