Birahima, un niño soldado, y Yacuba, un hombre-fetiche y multiplicador de billetes, recorren el caos político y moral en el que se ha convertido la costa del oeste de África en busca de la familia del niño. Con la mirada de Birahima como puente, Kouruma nos sumerge en un mundo sincrético y alucinado en el que parece imposible cualquier esperanza, y en el que una espiral atroz de violencia y abuso lo envuelve todo. Sin grandes juicios morales, sin reflexiones éticas, traspasado por un fuerte fatalismo, Kouruma se convierte en un Dante africano mostrándonos el infierno particular de los niños soldado en el Golfo de Guinea.
No soy elegante y amable porque estoy perseguido por los ñamas de muchas personas. […] Y yo he matado a muchos inocentes en Liberia y Sierra Leona donde hice la guerra tribal, donde fui niño soldado, donde me drogué con drogas duras. Estoy perseguido por los ñamas, en consecuencia todo se estropea en mí y conmigo. […] Heme aquí, presentado en carne y hueso y como pluma, en seis puntos, ni uno más, con mi manera incorrecta e insolente de hablar. […] Esto es lo que soy; no se trata de un cuadro reconfortante. Ahora, después de haberme presentado, voy a contar de verdad, verdaderamente, mi mierda de vida de réprobo. Sentaos y escuchadme. Y escribidlo todo, todo. Alá no está obligado a ser justo en todas sus cosas