Mitch Albom escribe relatos que cautivan a los lectores. Quizás el más conocido sea Martes con mi viejo profesor. En esta ocasión, con El guardián del tiempo, ha querido escribir sobre temas tan universales como el amor, la decepción, la pérdida y la búsqueda de infinitud.
El guardián del tiempo escucha todas las peticiones que tienen que ver con el tiempo. Oye a hombres y mujeres, generación tras generación, quejarse porque necesitan un día más, o pedir «que se acabe pronto» una situación insostenible. Escucha las esperanzas y desesperanzas, anhelos y agobios de hombres y mujeres de todas las épocas, sin poder hacer nada. Entre esas oraciones, está la de Sarah Lemon, una chica feucha, enamorada de Ethan, que no parece corresponderla. Y la de Victor, el decimocuarto hombre más rico del mundo, que piensa en la criónica como alternativa a un final que el cáncer hace inminente. En el cruce de esas historias se enlazan cuestiones como la muerte, la incomunicación con los más cercanos, la decepción, la limitación, el amor. Un relato que invita a pensar en nuestros días y en la forma de vivirlos…
«Como otros hombres dotados de un poder enorme, Víctor no se imaginaba el mundo sin él. Casi se sentía obligado a permanecer con vida. El cáncer era un tropiezo, pero el verdadero obstáculo era la mortalidad humana. ¿Cómo podía resolverlo?» (pág. 66)