Tras colaborar muchos años con la revista Catequistas, este libro se nos ofrece como un humilde y sabio camino pedagógico para iniciarse (o profundizar volviendo a lo esencial) en la aventura de la oración. La autora, con manos artesanas acostumbradas a proceder con cariño, va ayudando a que nadie se sienta torpe en esto de dar los primeros pasos hacia el Señor en la oración. Porque ella sabe que ser capaz de orar es un don, pero un don que hay que pedir, claro. Los capítulos se disponen en cuatro apartados: orar desde el umbral (esto de orar es tan humano como la vida misma), orar con la Iglesia (un vistazo a la tradición y los maestros que nos han precedido), orar en familia (cada vez más necesario) y orar con la vida (no hay mejor termómetro para nuestra mística que su aterrizaje en la realidad). Somos muchos los que, “picados por el Señor”, nos dedicamos a ayudar a otros a encontrarse con el Dios de la vida. Recetas no hay, pero sí ayudas e intuiciones valiosas. Tal vez este libro nos proporcione un apoyo inestimable, sobre todo porque está atravesado por la certeza de que lo importante empieza cuando se cierran sus páginas.
“Resulta curioso comprobar cómo aparecen las dudas sobre la existencia de Dios justo en el momento en el que uno se pone a rezar, y cómo se hace más grande el sentimiento de que, quizá, eso de “hablar” con Él sea fruto de la imaginación o de una educación pasada de moda. Sin embargo, la relación con Dios es real porque es Él quien se acerca a mí. Si dependiera de mí entonces no sería posible.”