Francesc Torralba se define a sí mismo como filósofo, pero como pueden imaginar es mucho más que eso. Además de padre de familia es buen conferenciante y con este libro nos comparte que también es corredor de fondo y, cada vez, más corredor de montaña. Con la sinceridad y fluidez que le caracterizan sus escritos aclara desde el inicio del libro que no pretende mucho con este libro: sencillamente compartir su experiencia de corredor. Los aprendizajes que saca de la actividad física para la vida familiar y profesional, las diferencias que ha ido encontrando entre hacer ejercicio solo o acompañado, lo desigual que es salir con muchas preocupaciones o con paz interior,… Hasta aquí podríamos decir que es un libro que aporta poco al resto de libros escritor por corredores, pero lo que añade y amplía, y por eso lo recomendaría, es que hace una lectura creyente y católica -como es Francesc- de lo que es salir a correr, pues no es una simple actividad de higiene mental para tener el cuerpo sano. Es mucho más. Es una experiencia espiritual. Es un ejercicio espiritual y físico donde Dios se hace presente no solo por el valor del esfuerzo y la rutina, sino por la virtud de la fortaleza y piedad. Esta lectura católica del ejercicio físico es lo que marca el punto de interés en este libro, porque para los corredores cristianos supone poner palabras a muchas de las reflexiones que hemos podido hacer mientras nos poníamos las zapatillas antes de salir a correr o estirábamos al volver.  

 

“Corrí sobre la tierra seca y agrietada, y en un momento dado me detuve. No veía ninguna carretera, no veía ninguna casa, no oía nada, absolutamente nada, a excepción de mi respiración y el latido de mi corazón. Cuando me calmé totalmente, se hizo el silencio total. Una experiencia única que nunca más he vuelto a vivir”. 

 

Editorial

Lectio

Año de publicación

2015

Páginas

176

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