Algunos quizás todavía no habéis cumplido 25 años de vida, otros los tenéis recién estrenados, otros ya los pasamos hace tiempo… En cualquiera de los casos, no creo que los de ninguno hayan alcanzado el grado de humanidad de los de Julián Ríos, el autor de este libro. Una vida entregada desde hace 25 años a las personas y colectivos para los que nuestra sociedad no tiene sitio: pobres, drogadictos, presos, inmigrantes… Muchos de ellos encontraron sitio en su casa, y no de paso, sino que pasaron para quedarse, para convivir con él el tiempo que necesitaron hasta lograr enderezar su vida o hasta que la muerte les devolvió la paz que en nuestro mundo no encontraron. ¿Puede esconder alguna riqueza, algún tesoro, convivir y luchar las batallas de esta gente que nuestra sociedad no quiere? Sumérgete en este relato y lo descubrirás por ti mismo.
“Con el tiempo percibí que lo que me enfada, irrita, entristece de otro, suele tener que ver –no siempre- con algo que dentro de mí no admito, no me gusta, quiero rechazar e ignoro. La persona con la que me enfrento me lo pone delante, lo hace visible y gracias a ello, si me pongo en disposición de querer ver, si tengo valor, lo puedo aceptar y elaborar. Esta es la función de la tolerancia. En la medida en que he sido capaz de tolerar en mi lo que no me gusta de otros, he crecido; mi espacio de conciencia y comprensión de la realidad se ha ampliado. Al aceptar lo ajeno he aceptado lo propio.” (p. 58).