Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas. Lamet se atreve con otra segunda biografía sobre la mismo persona y mete gol. Además, con Arrupe, con el que ya se había coronado. En esta ocasión, la biografía se centra en el perfil humano y espiritual de este ilustre jesuita español. Sin embargo, el lector volverá a disfrutar como en la primera biografía y, sobre todo, seguirá redescubriendo a un profeta del siglo XX, y uno de los gigantes de la Compañía de Jesús.
Al final de cada capítulo, Lamet hace una propuesta espiritual para el lector, ideal para trabajarlo en grupo o a nivel personal. Se trata, pues, de un libro para sentir y gustarlo internamente o para devorarlo en pocos días.
La última frase del padre Arrupe antes de morir, «Para el presente, amén; para el futuro, aleluya», que da título a este libro, es en mi opinión una síntesis iluminada de su espiritualidad. Preocupado como vivió por el desencanto provocado por la Tecnópolis, la injusticia de la globalización y el pensamiento único, en ediciones anteriores de mi biografía dediqué las últimas páginas’ a trazar un resumen de su mensaje a la Iglesia y la sociedad, porque mi intención era completar entonces los datos biográficos de Pedro Arrupe destinados al gran público con una visión de su pensamiento acerca de los grandes temas de actualidad, que siguen interpelándonos. Allí recogí cómo Arrupe habló del «inmenso vacío espiritual actual, que ni el progreso técnico ni la ideología materialista pueden colmar». Intuía ya la frustración de una sociedad consumista, mal llamada «del bienestar», y del ciudadano que, tras la esperanza de haber rozado con la punta de los dedos la libertad prometida, comprueba cómo su sueño se desvanece «cuando ve a los hombres completamente divididos, envidiosos y desconfiados unos de otros y cuando descubre que la comunidad, destinada a ser fuente principal de seguridad y apoyo, amenaza con absorberle, privándole incluso de su libertad e identidad personal».