En un mundo que va muy deprisa, a veces demasiado, cuyas claves de funcionamiento no son fáciles de desentrañar, es necesario tener un diagnóstico lo más certero posible de sus mecanismos de funcionamiento. Desde la crisis económica hasta las dificultades con las que se topa la educación en la actualidad, desde las relaciones intergeneracionales hasta la importancia de las redes sociales, el mundo líquido ejerce su influencia, a veces de modo invisible, en una gran cantidad de aspectos de nuestra vida cotidiana. A lo largo de estas 44 cartas, Bauman, uno de los observadores más agudos de nuestra sociedad, nos da claves que nos permiten conocer el terreno que pisamos (aunque ese terreno no sea demasiado estable) y así poder tener un mínimo de orientación.
En el mundo volátil de la modernidad líquida, donde casi ninguna forma se mantiene inmutable el tiempo suficiente como para cuajar y garantizar una fiabilidad a largo plazo (al menos, nadie nos dice cuándo pueden cuajar, y hay escasas probabilidades de que alguna vez alcancen ese estado), caminar es mejor que permanecer sentado, correr es mejor que caminar, y surfear mejor que correr. La levedad y la agilidad del surfista favorecen el surf; también ayuda que el surfista no sea demasiado exigente con respecto a las olas que vienen y esté siempre dispuesto a renunciar a sus preferencias anteriores (pág. 109).