Cuando leí la noticia, casi me dio un «parraque» (es decir, un «patatús»). Resulta que el profesor, además de preparar sus clases, impartirlas, atender a un alumnado cada vez más variopinto, tratar con sus familias (cosa cada vez más complicada), descifrar la LOMLOE, aprender nuevas maneras de programar y evaluar, corregir tareas y exámenes y llevar el resto de su vida adelante, ahora también tiene que controlar las redes sociales de los alumnos para luchar contra el ciberacoso escolar.
No sé, a veces, muchas veces, tengo la sensación de que se le coloca al profesorado en sus espaldas una mochila en la que cabe de todo. Pero de todo aquello que va mal y que no se sabe a ciencia cierta ni cómo solucionarlo ni quién debe solucionarlo. Los problemas mentales que la pandemia ha ocasionado a tantos jóvenes, las diferentes pobrezas (tecnológica, económica…), la crisis de la familia, las adicciones de todo tipo, el futuro profesional de nuestro alumnado (que ha delegado en el profesor su misión de esforzarse)… Cada vez más cargados, angustiados, impotentes, sobrepasados, quemados…
Por todo esto, me gustaría lanzar la siguiente pregunta: ¿y el resto de la sociedad qué hace por nuestros niños y jóvenes? ¿Todo debe arreglarse desde los colegios? ¿No hay nadie más que pueda colaborar, que se remangue y no espere que la solución venga por parte de unos cuantos?
Pero no quiero convertir este escrito en un exasperado manifiesto que pida por la reducción de obligaciones del profesor. Los que nos dedicamos a la enseñanza y la educación sabemos que haríamos todo lo mencionado anteriormente sin que nadie nos lo pidiera. Y más, si fuera posible. Va en la vocación que corre por las venas, en el servicio entregado en el que se convierte para muchos, muchísimos docentes, el ejercicio de su profesión.
Quien escogió dedicarse a esto de enseñar sabe que no se acaba su labor cuando sale del aula, al terminar de dar su materia. No se trabaja de profesor, se es profesor. Pero, por favor, colaboremos todos. Nuestros chicos y chicas lo merecen. Son el futuro. Comprometámonos todos con su presente.