Si la previa al día de unas elecciones es –o debería ser– la jornada de reflexión de los votantes, el día después tiene que ser la de los votados –o botados, que también los hay–. Siempre me llama la atención que los líderes salgan a hacer un discurso nada más conocer los resultados, porque, aunque es verdad que ya pueden apuntar maneras (y ser más o menos claros en su primera reacción a derrotas y victorias), aún no han tenido mucho tiempo para leer los resultados, por lo que, digan lo que digan, siempre creo que hace falta darle unas cuantas vueltas a lo ocurrido. Y sí, creo que tras estas elecciones de Madrid hay mucho que reflexionar para todos.
Ahí van algunas preguntas, y que se las apliquen unos y otros… ¿Todo vale en política? ¿Valen los ataques personales, las mentiras? ¿Vale insultar a los votantes del otro partido como forma de enardecer a los propios? ¿Valen los datos falsos? ¿Qué lleva a un partido a desaparecer? ¿Qué lleva a otros a desplomarse? ¿Debe un ganador extrapolar las cosas, tratando a los ciudadanos como borregos que no saben diferenciar contextos, personas y proyectos? ¿No les da vergüenza a todos –y aquí los medios no ayudan en absoluto– que hayamos tenido que aguantar una campaña de eslóganes excluyentes en lugar de propuestas claras sobre gestión? ¿Hasta dónde piensan seguir tensando la cuerda de la crispación? ¿No se dan cuenta de la pésima calidad de los debates públicos? ¿Es siempre y solo culpa de «los otros»? ¿Seguirán todos poniéndose líneas rojas unos a otros? ¿Siguen siendo imposibles los pactos de Estado sobre temas que nos conciernen a todos? ¿Siguen en campaña hasta las próximas elecciones, sean las que sean y cuando sean? Y sobre todo, la pregunta más necesaria, la que parece que no se formula –o al menos no centra el debate público– mientras las estrategias solo giran en torno a captar votos. ¿Qué es lo mejor para los ciudadanos, y especialmente para los más frágiles? ¿Cómo trabajar por eso? ¿Qué cesiones, acuerdos, y caminos hay que tomar en esa dirección?
Me temo que reflexión habrá poca. Por más que todos, votados, votantes y medios de comunicación, necesitamos bastante.