Uno abre cualquier app y ya te sientes incómodo, como cuando alguien llega a gritarte alguna noticia o como cuando alguien te pide desesperadamente que le sostengas algo porque está apresurado. Esa sensación de que alguien ha pasado tu límite de un segundo a otro. Las redes sociales se han vuelto un espacio repleto de cosas que no elegimos: un anuncio en YouTube interrumpe un vídeo, Instagram te enseña cientos de cuentas sugeridas, Google te muestra una lista de noticias «que te pueden interesar» antes de que siquiera empieces a buscar algo.

Es una buena señal: aún tenemos voluntad, aún queremos elegir. Por mucho tiempo a estas nuevas generaciones nos ha costado trabajo elegir, porque nos encontramos bombardeados de opciones… así que debo decir que esto de hartarme de ver cosas sin mi consentimiento, de bloquear contenidos que no quiero ver, de darme cuenta que quiero elegir qué quiero ver… me alegra.

Porque significa que es algo que llevamos dentro los seres humanos, algo que Ignacio de Loyola cuidó hasta el final: discernir, optar, escoger; es decir: esta generación está aprendiendo a decidir, aunque sea motivado por estas pequeñas cosas. ¡Gracias a Dios nos hemos hartado! «Toma, Señor, y recibe toda mi voluntad…» para que sea Él quien nos purifique de tantos estímulos que nos tienen hipnotizados.

 

Te puede interesar