Hay Dios en la UCI.
Cómo decirte, que deseo poder repartir tu sufrimiento a pedazos.
Cómo decirte, que te nombro en cada súplica, en todo aplauso.
Cómo decirte, que tu vida no está sedada, que late entre nosotros.
Cómo decirte, que quizás hay alguna certeza en medio de este sinsentido.
Cómo decirte, que hoy he vuelto a ese lugar
y, ¿sabes? Jesús seguía allí,
sentado a la derecha de la cama articulada,
sin guantes, sin mascarilla, sin protección
también dolido, también asustado, también humano.
Contigo. En silencio.
Acariciando tu mano, insistiendo en que lo mejor está por venir.
Cómo decirte que sí,
que hay Dios en la UCI,
y ahora, respira junto a ti.