La predicación de Jesús puede resumirse en la frase: «el Reino de Dios está cerca». Reino o Reinado de Dios, o de los cielos, es una expresión para hablar de Dios que viene a reinar sobre su pueblo.

Según la tradición bíblica el Reinado de Dios incluye estos tres aspectos: una relación reconciliada de Dios con su pueblo, que se inicia por el perdón de los pecados, una relación de los hombres entre sí armónica y basada en la justicia y, por fin, una relación del hombre con la naturaleza que vive reconciliado con ella.

La predicación sobre el reinado de Dios en boca de Jesús incluye tres características que no se deducen sin más de los textos veterotes­tamentarios. Primero, la entrada de cada hombre en ese reino se decide ante la aceptación de la persona de Jesús y de su anuncio sobre la llegada del reino. Segundo, el reino de Dios llega gratuitamente y, por tanto, para todos. El reino de Dios no es algo que el hombre haya de merecer o que pueda conseguir con sus fuerzas, sino que debe aceptarlo como don. Tercero, de ahí se sigue que el reino de Dios llega para todos y preferentemente para los que, a primera vista, parecerían dejados de la mano de Dios. Los pobres y los marginados en la sociedad, cuyo caso más sangrante son los publicanos y prostitutas. «Dichosos vosotros los pobres, porque el reino de Dios es vuestro» (Lc 6, 20).

La razón por la que el reino llega preferentemente para los marginados es: ya que no pueden confiar en sus mereci­mientos ante Dios para conseguir el reino, porque no los tienen, están más abiertos a recibir el don que se les entrega. Hasta los paganos tienen ofrecido el reino de Dios: «Os digo que vendrán muchos de Oriente y de Occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos» (Mt 8, 11).

Esta predicación de Jesús propone una nueva imagen de Dios. Dios, más que el juez que dictamina con justicia absoluta si el hombre ha merecido su favor con su actuación, es el Padre que se regala a los hombres con su amor incondicionado. De ahí que el anuncio de Jesús sea un evangelio: la buena noticia de que Dios se regala como Rey de la humanidad. Solo es preciso que los hombres le reciban con la fe en él. Recibirlo les trasformará en leales ciudadanos de ese reino, capaces de relacionarse entre sí de modo justo y de vivir una relación reconciliada con la naturaleza usándola para realizarse como ciudadanos del reino, pero sin violentarla ni abusar de ella.

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