“Llevan, pues, a Jesús a casa de Pilatos, al pretorio. Era temprano.” (Jn 18,28)

El lugar del poder… que no quiere problemas. El lugar donde, ante el conflicto, sale perdiendo el débil. Porque Pilatos no quería condenarte, pero prefiere lavarse las manos a enfrentarse a las autoridades judías. Prefiere la muerte de un inocente a los disturbios que harían tambalearse su posición. “A mí no me líes”.

Ese lugar en el que la estrategia termina llevando a la condena más injusta. En el que la política termina jugando con cartas manchadas de sangre. El lugar en el que se termina justificando todo en nombre de no se sabe muy bien qué valores, qué prioridades, qué justicia o qué paz.

 Señor, enséñame a desenmascarar los lugares en los que la tentación de lavarse las manos es fuerte. Los espacios en los que pesa más la comodidad que la necesidad de otros. Dame, señor, coraje para actuar en conciencia, según tu evangelio.

CORAZÓN PARTIDARIO

  Mi corazón, lo sabes, 
no está con el que triunfa o que lo espera, 
con el juramento mercader 
que acecha el buen provecho, 
se agazapa, salta sobre la utilidad, que es su querida, 

busca ganancia en el abrazo, 
obtiene renta de las mariposas y pone rédito a la luz, 
cobra recibo por los amaneceres milagrosos, 
por cambiante gracia del color 
de una invisible rosa apresurada, 
dulce y apresurada 
como si fuese un hombre o una llama 
o una felicidad humana: sí. 

Mi corazón no está con el hombre que sabe 
de la verdad todo lo necesario 
para olvidar el resto de ella, 
satisfecho del viento, poderoso del humo, 
canciller de la niebla, 
rey acaso, pero nunca de sí.  

 Carlos Bousoño

 

<<La casa de Caifás                  El palacio de Herodes>>

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