Hay muchas formas de partir de un sitio en el que has sido feliz, y has querido, has dado lo mejor de ti, y además has hecho un servicio, con sus luces y con sus sombras, como en todo. Los hay que quieren dejar todo atado y bien atado, y en el fondo su sombra seguirá estando presente, porque en el fondo no se quieren ir. Los que despotrican y se vuelven locos, y mueren matando, y su partida se ve con un gran alivio para todos, hasta para los más cercanos. Incluso, los que a base de murmuración, susurros y malas palabras, ajustan sus viejas cuentas mientras jalean la herida del que no sabe aceptar la realidad. También, por supuesto, los que saben cerrar ciclos y saben irse como Dios manda, y dejan un buen olor difícil de igualar.

Estos días está en la actualidad deportiva, la despedida de Carlo Ancelotti y Luka Modric entre otros, dos de las personas más laureadas de la historia del fútbol y del Real Madrid. Y se van así, con el corazón encogido y sin una mala palabra, al contrario, reconociendo todo el bien recibido ante sus jefes, sus jugadores y su propia afición. Manteniendo un vínculo que les ata a la historia de la que quieren ser partícipes. Nobles en las victorias y aún mucho más nobles en las derrotas, que es donde se nos suelen ver las costuras. Porque en la vida, lo fácil es subir la montaña, y lo complicado es bajarla, porque es ahí cuando te puedes despeñar.

Toda institución, ya sea un club deportivo, una parroquia o un colegio, tiene sus ciclos, y nunca se pueden circunscribir a una persona. El Espíritu actúa a través de las instituciones, no lo podemos olvidar. Quizás la pregunta pasa, a nivel personal, por cómo uno quiere servir, ya sea llegando, estando o saliendo. Hablando o callando cuando corresponda. O, sencillamente, asumiendo que todo tiene su tiempo, y que lo bueno, en Dios, siempre está por llegar.

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