Después de terminar sus obligaciones, la joven Marjan sale de casa y da una vuelta por el pueblo. Sus ropas son del color de la tierra que pisa. Está embarazada de algunos meses, pero se siente ligera como pluma de pájaro. Su ritual es el mismo todas las tardes: pasa por el terreno donde juegan los niños; luego, por la casa de oración, donde algunos hombres se dedican al rezo; ya de vuelta, recorre las calles más degradadas del pueblo; allí malvive la gente pobre y enferma. Todos la conocen.

Cuando pasa al lado de los niños, estos detienen sus carreras: «¡Marjan! ¿Cuándo vendrá tu hijo? Necesitamos alguien más para jugar». Ella sonríe y se acaricia un poco el vientre, dejando que las palabras naveguen por dentro. Sigue su camino, alegre.

En la entrada de la casa de oración, algunos hombres se han quedado discutiendo tras el rezo. Al ver pasar a la muchacha, uno de ellos se dirige a ella medio en broma: «¡Marjan, que crezca pronto ese niño tuyo, a ver si él nos saca de dudas con las Escrituras!» Se ríe un poco, discreta. Los hombres casi nunca están de acuerdo cuando se trata de las Escrituras. ¿Y si no fuera un varón lo que espera? Pero deja también que esas palabras vuelen por dentro. Siente como calor en el corazón, de repente.

Al llegar a la calle más fea y sucia del pueblo, ve que una mujer ha salido a la puerta de su choza de adobe. Marjan se acerca y la mira con ternura. La mujer, casi anciana, dice que no puede levantarse, que apenas tiene fuerza en las piernas. «Necesito un cuerpo nuevo, Marjan». La joven la ayuda a ponerse en pie, y la ve entrar en su casa. Al retomar el camino, nota movimiento en su vientre.

No ha dado más que unos pasos cuando escucha lamentos y sollozos saliendo de una de las casas más pobres. Se asoma en silencio, de nuevo discreta. Varias personas están velando a un muerto, hay gente desconocida. Se presenta; le piden que entre y que rece un momento con ellos. Al terminar la oración, una le pregunta, mirando su barriga «¿cuánto falta, Marjan?»

Marjan se queda mirando al fallecido en silencio. Se le escapa una lágrima. Mientras no responde va intuyendo que ser esperanza en todo querrá decir también saber ser muerto.

Te puede interesar

No se encontraron resultados

La página solicitada no pudo encontrarse. Trate de perfeccionar su búsqueda o utilice la navegación para localizar la entrada.