Nuestra realidad ha cambiado. Así, sin avisar, nos hemos visto sometidos al distanciamiento social, a cambiar nuestra rutina, a un confinamiento que nos ha alejado de nuestra realidad y nos ha situado como en un videojuego… Y nos ha permitido darnos cuenta de cuánto nos sobra y cuánto echamos de menos, de qué queremos y cómo queremos, de qué y quién nos sostiene.
Durante muchos años como niña, y luego como monitora, tuve la suerte de ir a campamentos. Durante 15 días nos confinábamos, 10 personas en el mismo espacio, para dormir, no podíamos ver a nuestros seres queridos, dejábamos de hacer cosas de nuestro día a día… y siempre, al igual que ahora, me daba cuenta de todo aquello que me sobraba en mi día a día y de lo que en realidad era importante. Y me decía a mi misma: «cuando vuelva a Madrid cambiaré esto, haré esto otro, no diré tal cosa o amaré diferente…» El lema que repetía el jefe año tras año al empezar el campamento era: Estamos de Campamento aludiendo a una forma de vivir que marcaría nuestro tiempo. Y el último día nos despedía con un sencillo: Seguimos de campamento. Yo salía emocionada pensando que viviría de otra manera y siempre, sin faltar un solo año, a los quince días había vuelto a ser la de siempre.
Volveremos a las calles, a las terrazas, a los parques… volveremos, si Dios quiere, a abrazar a los queridos, a aplaudir en los teatros y no solo en los balcones, a poder agradecer con un apretón de manos al médico que me atiende… Pero el cómo volvamos es lo que va a cambiar todo.
No somos los de antes. Hemos vivido algo que nos está transformando y ahora tenemos dos opciones volver a la realidad previa al ‘campamento’ como si nada, pensado solo que «esto nos va a cambiar como sociedad»; o volver a la realidad transformada. Y solo va a depender de nosotros y de cómo ahora miremos nuestra vida con estas gafas graduadas de quien ha tomado distancia y elijamos, apostando, aquello que queremos que sea diferente. Porque la realidad volverá, para algunos más dura aún si cabe; y nosotros volveremos. Nuestra apuesta está en decidir, como decía el jefe, si seguimos de campamento.