Dicen que los tiempos nuevos producen vértigo. ¡Y, sí! La aventura de la creatividad nos abre a caminos insospechados, nos revela rostros que antes eran extraños, nos moldea una mirada nueva y oxigenada. Pero no tengamos miedo, cuando la mirada queda preñada de futuro no puede menos que imaginar nuevas expansiones del presente, dejando volar la imaginación.
¿Por qué no cierras los ojos y te silencias, atiendes a lo profundo y así te embriagas de futuro? Respira con suavidad y consciencia del presente. ¡Y qué futuro nos espera a la vuelta de la esquina! No estamos condenados a repetir los mismos errores del pasado, todo lo contrario, el barro entre los pies nos recordará que las caídas nos forjan un presente más consciente de nosotros mismos. No nos pesará nunca el pasado a tal punto de ahogarnos como si fuese un océano que nos absorbiera de un tirón.
Cuando abramos espacios a la creatividad, nuestras alas se desplegarán con una fuerza insospechada. El vuelo se hará liviano y le apostaremos a nuevas realidades que se coloreen de más bondad y belleza. Ahora, tendremos que prepararnos pues la novedad surge como el paso natural de lo germinal y toma tiempo; es delicado como el bebé que crece en el vientre de su madre o como la semilla que tímidamente descuella su verdor en medio de la tierra. Estamos llamados a creer, una mayor audacia del acto creativo: el que «está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!» (2Cor 5, 17). Hoy más que nunca el creer te confesará al oído un secreto eterno: cree y serás nueva creación.
No aplaces la tarea de examinarte y ver qué te está restando creatividad, en las elecciones del día a día. ¡A veces cuánta monotonía se puede camuflar en las puertas cerradas de nuestras casas o en los corazones amarrados de seguridades y miradas esquivas! Anda, gánale a tu pereza o mediocridad en la audacia por amar siempre más y mejor.
Estamos llamados a hacer de lo imposible un posible palpitante en el tiempo presente. Hay una creación entera esperando nuestro inteligente y amoroso abrazo. Entonces surge el inquietante deseo de no quedarnos quietos, impávidos, atónitos, paralizados, anquilosados o enquistados como un fósil venido del Paleolítico. Quizá nos ayude recordar la canción Up & Up de Coldplay. Entonces veamos el atardecer siempre como un regalo y gozaremos de la sencillez real de vivir con el corazón tejido por los hilos del Amor. Estamos hechos para la creación, para la novedad y para los sueños nunca antes concebidos. Eso sí, nunca camines en esta senda solo. Alberga en tus entrañas a otros. Una vez aprendí de mi padre que la paciencia abre los futuros más plenos: pero nunca lo logramos solos. Quizás la mayor terquedad que nos permitiremos será la de no cesar jamás nuestra capacidad de re-crearnos y re-crear toda la realidad.