Probablemente has oído decir a algunas personas que creen en Dios, pero no en la Iglesia, o que pueden seguir a Jesucristo sin pertenecer o identificarse con ninguna comunidad eclesial. Por muy moderno que pueda sonar, en realidad se trata de algo muy antiguo que ya estaba presente en la época de san Ignacio en la que muchos rompieron con la Iglesia. Sin embargo, san Ignacio tuvo claro que no podía seguir a Jesucristo sin la Iglesia. Por ello, asumió el apasionante reto de reformarla desde dentro.

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