«Un hombre puede estar en profunda disonancia con su época. Cabe la posibilidad de que un hombre haya nacido en una ciudad famosa por su cultura idiosincrática y, sin embargo, las costumbres, las modas y las ideas que enaltecen esa ciudad ante los ojos del mundo no tengan ningún sentido para él. A medida que pasan los años, mira a su alrededor en un estado de confusión, sin comprender las tendencias ni las aspiraciones de sus coetáneos.
Para semejante personaje no existe ninguna posibilidad de romance ni de éxito profesional: eso queda reservado a los hombres que están en sintonía con su época. Para ese individuo, las opciones son rebuznar como una mula o buscar consuelo en libros pasados por alto que descubre en librerías pasadas por alto. Y cuando su compañero de habitación llega a casa tambaleándose a las dos de la madrugada, no tiene más remedio que escuchar, callado y perplejo, el relato de los útimos dramas de los salones de la ciudad. […]
Sin embargo, a veces los acontecimientos se desarrollan de tal forma que, de la noche a la mañana, el hombre que no estaba en sintonía se encuentra en el lugar adecuado en el momento adecuado. Las modas y las actitudes que tan ajenas le parecían desaparecen de pronto y son suplantadas por modas y actitudes en perfecta armonía con sus sentimientos más profundos. Entonces, como un marino solitario a la deriva durante años por mares ignotos, una noche despierta y descubre las constelaciones conocidas en la bóveda celeste.
Y cuando eso sucede, cuando se produce ese extraordinario realineamiento de los astros, el hombre que durante tanto tiempo no había sintonizado con su tiempo experimenta una lucidez suprema. De pronto, todo lo ocurrido en el pasado se entiende como un preámbulo necesario, y todo lo que promete el porvenir tiene el máximo sentido y y la máxima lógica.»
Amor Towles (Un caballero en Moscú)