Estos días de inicio de curso estamos intentado resituar las dinámicas de casa con nuestros hijos para su implicación en las tareas de casa (la verdad es que se suelen escaquear y caemos, erróneamente, en hacérselo nosotros todo). Tras un rato de «charla» les pedimos que pusieran en un papel a qué tareas se podían comprometer (hasta aquí nada que no pase en cualquier familia). Pero, lo que nos sorprendió fue que les costaba ver qué tareas hay que hacer. No eran capaces de describir las mil y una cosas que hay que hacer en una casa.
Quizás esto mismo nos puede pasar en la vida. Igual no alcanzamos a ver la cantidad de situaciones que se nos presentan a diario para poder ayudar, cuidar y colaborar. A lo mejor nos está sucediendo que no nos implicamos porque no somos sensibles a contemplar las situaciones que necesiten de nosotros. Y sin VER, es imposible poder ACTUAR.
Ojalá tengamos presente el Evangelio de tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, etc, percatándonos de la importancia de la parte previa al actuar: aprender a ver qué situaciones de hambre, de sed, etc., hay a nuestro alrededor.
Así que, abramos los ojos para ver y descubrir que hay mucho que hacer.
¡Adelante!