- Porque es una historia contada con delicadeza, humor, desgarro y sentimiento sin caer en el sentimentalismo. Una historia real como la vida misma que, desgraciadamente, para muchas personas es la vida misma.
- Por las interpretaciones. Scarlett Johansson (Nicole) y Adam Driver (Charlie) están soberbios. A través de ambos vamos percibiendo dolor, inseguridad, decepción, cariño, frustración, ira… Hay algunas escenas de una carga emocional que son difíciles de superar. También Laura Dern, como la abogada Nora Fanshaw, borda su papel.
- Porque el guion es perfecto. También la dirección es magnífica. Noah Baumbach se adentra una y otra vez en el mundo de la familia –entre otras, The Squid and the Whale (2005) o Margot at the Wedding (2007)–, pero esta es sin duda su película más completa hasta la fecha.
- Porque con una producción minimalista que casi podría ser teatral en ocasiones, sin embargo te hace sumergirte en ese doloroso y constante viaje entre Nueva York y Los Angeles que Charlie hace una y otra vez.
- Por la banda sonora de Randy Newman, que se aleja de sus habituales composiciones para el cine de animación y aquí acompaña sin invadir y respeta los sentimientos sin provocarlos artificialmente.
