«Nuestra vieja Europa, pionera en la formulación y en la práctica de los Derechos Humanos, necesita recuperar los valores que le dieron origen. Es inaceptable humanamente y resulta de lo más ajena al Evangelio la mentalidad que contribuye a cosechar votos en las elecciones políticas favoreciendo librarse de lo que consideran el lastre de las migraciones. Y es más lamentable aun cuando tal mentalidad encuentra eco favorable en algunos miembros de nuestras comunidades cristianas.»

No nos gusta que las personas vengan en situación irregular. Y no nos gusta por todo lo que ello comporta de riesgo, de dolor y sufrimiento; pero nos gusta mucho menos la falta clamorosa de equidad en nuestro mundo, las situaciones de hambre, de violencia, de guerra, de persecución, la falta de perspectivas de vida y de futuro que expulsan de su tierra y hacen ponerse en camino a tantas personas, víctimas, en no pocos casos, de la extorsión y el contrabando mafioso. ¡Cuántos han muerto caminando o cruzando el mar!

Las heridas de tantos hermanos emigrantes o víctimas de la trata solo se curan con el amor y la misericordia. Son el egoísmo y el individualismo los que llenan los caminos del mundo de soledad, de desamparo y de muerte. Cuando la lógica del interés personal o de la propia seguridad de unos prevalece sobre la lógica del don, lo sufre siempre la dignidad y la atención a los otros.

«No se trata solo de migrantes». Se trata de ver si el miedo a que el otro altere nuestra seguridad condiciona nuestra forma de pensar, hasta hacernos intolerantes, incluso racistas. Se trata de ver cómo entendemos y ejercemos la caridad; si queremos una humanidad nueva solidaria, samaritana, fraterna, donde los últimos ocupen el primer lugar en nuestra preocupación y atención, o promovemos una humanidad excluyente; si miramos a la persona en su integridad y a todas las personas o somos elitistas. Se trata de ver si estamos construyendo, emigrantes y no emigrantes, la Ciudad que Dios quiere para el hombre y para todos los hombres. Se trata, pues, también de nosotros.

Sabemos que nos queda mucho por andar; pero también que sois muchas las personas e instituciones eclesiales que estáis con la mano en el arado pastoral anunciando la Buena Noticia de nuestro Señor Jesucristo, el mejor tesoro que podemos ofrecer a nuestros hermanos, y, a la vez, haciendo presente, con palabras y obras, la fuerza liberadora y sanadora de su Evangelio.

«Más que migrantes» Mensaje de la Conferencia Episcopal Española en la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2019. Leer completo aquí

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