De un tiempo para acá, cuando llega el Día de la Madre, no puedo evitar vivir este día con cierto resquemor. Me entra un poquito de «no sé qué», y no es un «no sé qué» agradable.

Por circunstancias mi marido y yo no hemos tenido hijos. Por un lado, la vida te pone pegas para ello, y por otra parte eres tú quien no terminas de ver claro que haya que forzar algo que, quizás, no tenga que ser. La maternidad es también una vocación que, a veces, no te toca, al menos no como tú la esperabas.

Bueno, lo cierto es que, al principio, fue duro. Y fue duro por dos motivos: no poder tener un hijo fruto del amor; y segundo, porque, en cierta manera, hoy en día una mujer, si no tiene hijos, se la sigue mirando con cierta sospecha, como si fuera rara, como si algo le faltara, como si no encajara con lo que tiene que ser. De repente percibes que el mundo se divide en dos bandos, el de las madres y el de las no-madres, y tú has caído en el «feo» (el de las no-madres).

Durante un tiempo me sentí culpable por no tener hijos. Me sentí una especie de bruja de cuento, al más puro estilo de Maléfica. Era una especie de carga, de vergüenza, como si tuviera que dar explicaciones para justificarme continuamente. Hasta que, un día, una monja josefina a la que recuerdo con mucho cariño me dijo: «tranquila Almudena, hay muchas maneras de dar vida. Y tú puedes dar mucha vida». Y ahí se me encendió la bombillita.

Creo que no solo es madre quien pare. Hay muchas mujeres que deciden dar vida de otra manera, por los motivos que sean.

Se es madre cuando se cuida de la gente que te rodea, cuando dedicas a ellos todo el tiempo que necesitan, cuando les proteges, les acompañas en sus vicisitudes, les escuchas, les hablas, les abrigas con cariño, especialmente en los días en que la vida se viste de gris.
Se es madre cuando se crea, cuando se generan proyectos que ayuden a otros a crecer como personas, cuando se generan ideas que mejoran el mundo, cuando se buscan nuevas y creativas maneras que impulsen una vida de más calidad para todos.
Se es madre cuando se enseña y se educa, cuando se cura, cuando se promete y se cumple, cuando se defiende al débil, cuando se construye, cuando se repara, cuando se inventa, cuando se reza por otros, cuando se investiga y se descubre, cuando se sueña y se procura un futuro mejor para todos y todas.

Pues sí, no he parido, pero cada día intento sembrar un poquito de vida, tanto en mi profesión, como en mi casa y en mi entorno. Y algo brota. Y entonces pienso: pues sí, yo este año también voy a felicitarme en el día de la madre.

¡Felicidades a todas las mujeres que dais vida!

Te puede interesar