Se nos ha quedado en el corazón una canción que dice «yo no nací sin causa», de Natalia Lafourcade, canto al que se han unido, y se siguen uniendo mujeres comprometidas. Comprometidas hasta el punto de que les han arrancado la vida. Por ellas avanzan las causas de la libertad, el cuidado de la madre tierra, la defensa de quienes quedan descartados y tantas otras.

 Por amar la libertad nos produce un gran dolor el asesinato de Marina y María José, dos jóvenes argentinas en una zona turística de Ecuador. Qué rabia leer titulares de periódicos que daban a entender que esto les pasó por andar solas, es decir, sin hombres. Ojalá hayan podido leer la carta que se ha hecho viral y que reclama nuestro derecho como mujeres a viajar solas sin miedo a ser atacadas. ¿Nos hemos acostumbrado a que el mundo es simplemente más peligroso para nosotras? Nuestra admiración y solidaridad con las madres y padres de Marina y María José, por haberlas criado y educado para la libertad. La causa de la libertad es nuestra causa. Para la libertad propia, de la humanidad y del planeta vivió Berta Cáceres. Estos días resuena con fuerza en Honduras –y en todo el mundo– un grito pidiendo justicia, un grito que sale de las gargantas de su pueblo lenca, de la garganta de mujeres, de medioambientalistas y de toda buena persona que llora su muerte. Berta decía que “dar la vida por la defensa de los ríos, es dar la vida por el bien de la humanidad y del planeta”. La causa de Berta es nuestra causa. Porque nos importan quienes quedan en los márgenes nos duele que asesinaran a cuatro Misioneras de la Caridad, hermanas de la Madre Teresa de Calcuta en Yemen. Cuatro mujeres que dedicaban su vida a cuidar a personas descartadas por la sociedad –ancianas y discapacitadas–, y junto a ellas murieron, víctimas de un grupo de asesinos incapaces de reconocer la belleza de sus vidas. La causa de las personas descartadas es nuestra causa.

 Agradecemos las vidas de Marina, María José, Berta, las Misioneras de la Caridad y tantas otras mujeres que con su entrega han abierto caminos. Con un agradecimiento desgarrado. Agradecemos que, a pesar de sus muertes violentas e injustas, sus causas siguen adelante, y que somos muchas –y muchos– quienes mantendremos su memoria porque queda mucho camino por recorrer. Seguimos cantando con Natalia Lafourcade…

 Yo no nací sin causa, yo no nací sin fe. Mi corazón pega fuerte, para gritar a los que no sienten y así perseguir a la felicidad. Que es un  derecho de nacimiento, es el motor de nuestro movimiento, si no lo pido es porque estoy muriendo…

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