Y cuando al fin volvamos a abrazarnos
propongo, hermanos, no volver los unos
a los otros ni con los mismos ojos
ni con los mismos brazos.

Tras la riada vuelve el río al cauce,
a ser el mismo río, sin memoria
de los ahogados y su cuerpo roto.
Y después del incendio vuelve el bosque
a ser el mismo bosque, sin recuerdo
del llanto de los árboles quemados
ni reconocimiento del mantillo
que desde el dolor nutre las raíces.

Pero tú y yo tenemos almas, mentes.

El hombre que regresa del desierto
jamás vuelve a mirar un vaso de agua
del mismo modo; quien vivió la hambruna
nunca más sostendrá de igual manera
un puñado de trigo entre sus dedos.

Cuando por fin podamos abrazarnos
no volvamos los unos a los otros
con la misma mirada, el mismo verbo,
el mismo corazón, los mismos brazos.

Al volver a abrazarnos, la mañana
plena de besos, lágrimas, caricias,
que sean nuestros brazos brazos nuevos,
más sabios, más clementes, más humanos.

Gonzalo Sánchez-Terán

Te puede interesar

PastoralSJ
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.