Al final del camino
cosecharemos
amor,
sembrado
en desvelos, palabras,
silencios y gestos.
Compartiremos,
en cena festiva
la mesa
en que un día
dejamos unos panes
y unos peces,
y descubriremos
a nuestro lado
a quienes tanto hemos querido.
Contemplaremos
nuestra historia,
como la ve Dios.
Él nos dirá quiénes fuimos.
En su relato,
verdad
y misericordia
bailarán entrelazadas,
para mostrarnos
luces y sombras.
Volverá a arder el corazón
como en tantos instantes
en que fuimos suyos.
Quizás duela un poco
el bien que no hicimos.
La Vida, mayúscula,
eterna, e invencible,
acogerá la muerte
en su abrazo.
Al fin habremos llegado.
A casa.