Si te hablo de las murallas de Ávila, Lugo, Córdoba o Cáceres pensarás que estamos hablando de monumentos y del patrimonio que nuestras ciudades esconden. Y tendrías razón porque actualmente esas murallas son tratadas como patrimonio, han perdido su función original que era proteger a la ciudad de los peligros. Y no eran pocos. Y es que pensar en una ciudad amurallada nos lleva directamente a la Edad Media, seguramente, a una época en la que la necesidad de protección determinó cómo construíamos nuestras ciudades. Y aunque hayamos empezado hablando de la Edad Media, quizás estés pensando en que esta realidad cada vez está más presente. Ya no construimos murallas que rodeen nuestras ciudades, aunque sí levantamos vallas que cierren nuestras fronteras. Ya no rodeamos las poblaciones con fosos, pero sí nos preocupamos de colocar bolardos, barreras de cemento… que disminuyan la amenaza sobre el casco urbano. Ya no hay vigilantes en la almenas, sino centros de seguridad conectados a cámaras que graban cada rincón. Son cambios sutiles, pero que poco a poco se están colando en nuestras ciudades.

Derribar las murallas supuso todo un hito para el urbanismo. Llegó un momento en que la ciudad fue consciente de que era más importante ser plaza que fortaleza, aunque los peligros siguieran estando ahí. Y es ahí donde tenemos que preguntarnos si realmente queremos vivir seguros, pero encerrados, o acogedores, aunque vulnerables. En el camino de construir espacios seguros corremos el riesgo de perder lo público, el espacio en el que todos cabemos y podemos aportar.

Estamos ya acostumbrados a la fuerte presencia policial, las barreras, los controles de acceso… pero eso no nos está ayudando, de hecho, a construir espacios más seguros pues tristemente el terror sigue golpeando en las ciudades de Europa. Porque el peligro sigue ahí, siempre lo ha estado, pero hubo un momento en el que decidimos que la seguridad no dependía de barreras cada vez más altas, sino de entender aquello que temíamos y enfrentarlo juntos. En ese momento convertimos las murallas en monumentos.

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