A veces, simplemente no podemos. Otras, te toca por las circunstancias. Apartarse, dar un paso atrás, decir que no…. Son decisiones de nuestro día a día, que incluso conviene aprender a tomar. Pero cuando un personaje público da un paso atrás, se aparta, la cosa cambia. Se convierte en una cuestión para debatir, encontrar las motivaciones, medir sus consecuencias.
La dimisión de Esperanza Aguirre fue seguida al minuto por los medios, analizando los pormenores de cada palabra suya, los detonantes y consecuencias. Y todavía no repuestos de estos análisis nos encontramos con la renuncia de Marine Le Pen a la presidencia del Frente Nacional. Las motivaciones parecen bien distintas, Aguirre estaría buscando el paso atrás que la aparte de la pelea, asumir su responsabilidad; Le Pen podría estar buscando el impulso definitivo en el salto hacia el Elíseo. Sea así, o no, resulta fácil valorar sus motivaciones, posicionarnos ante ellas, aprobarlas, mirarlas con recelo o desaprobarlas.
Sin embargo, también podemos ir más allá del porqué. La reflexión para hoy puede ser también el dónde. Dónde quedan situadas ellas ahora. Dar un paso atrás es un buen gesto para adquirir una visión del conjunto, mirar a lo lejos y reflexionar. No sabemos a qué se dedicará ahora Aguirre, tampoco si Le Pen tendrá tiempo para hacerlo. Pero el lugar en el quedan situadas ahora al respecto de sus partidos es una oportunidad para que miren al conjunto y descubran una realidad más amplia, más rica en matices, de la que quizás conocen.
También para nosotros el gesto de ellas nos puede servir para recordarnos que, a veces, tenemos que dar ese paso atrás y mirar el conjunto, para tomar impulso, o quizás, para dejar el paso a otro, pero sobre todo para hacernos cargo del conjunto de nuestra realidad.