Frida Kahlo le decía a Diego Rivera: «Como siempre, cuando me alejo de ti, tomo dentro de mi tu mundo y tu vida».

Si algo siento, en este último tiempo, es una sensación de empatía profunda.

Me siento, más que nunca, en comunión con millones de personas sufrientes en sus distintas realidades.

Nos toca vivir una situación que más que alejarnos del otro nos sumerge de lleno en su realidad. Es el tiempo de la fraternidad, de sentirnos parte de una misma historia, una misma vivencia compartida. No hay colores, géneros, razas o confesiones. No hay diferencias de nortes y sures, no hay fronteras. De repente nos damos cuenta de que nada ni nadie nos puede separar. Que un mismo aplauso unifica a niños, sanitarios, educadores, personal de supermercados y limpieza, policía y transportistas. Que la vida llama a todos a resistir unidos y no fragmentados, sólidos y no líquidos.

Que cada día, desde la vivencia de cada uno, seamos capaces de empatizar con una realidad diferente que toca este mundo sufriente. Y que este ‘tocar’ la realidad nos haga sentirnos profundamente llamadas a sanar, a aliviar, a acompañar a tantos nadies que siguen necesitando que tomemos dentro de nosotros su mundo y su vida.

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