Es muy probable que, si tuvieras que decir alguna de las medidas que Donald Trump incluía en su programa electoral, la primera sería la propuesta de construir un muro que separe México de Estados Unidos. Está semana las palabras Trump y Muro han vuelto a ser trending topic, pero esta vez porque Donald Trump ha visitado el Muro de las Lamentaciones. Allí estuvo solo, en silencio, durante algún tiempo, e incluso dejó un pequeño papel entre las grietas, como tantos miles de personas han hecho a lo largo del tiempo.

No sabemos qué deseo, plegaria, mensaje… ha dejado Trump en las grietas del Muro de las Lamentaciones. Tampoco lo que le pasó por la cabeza mientras estuvo contemplándolo en silencio. Quizás tuvo la oportunidad de darse cuenta de qué se siente ante un muro, uno real, de piedra, que impide avanzar. Quizás sintió la pequeñez de sentirse impotente para superar esa barrera. No sabemos, pero ojalá haya tenido la lucidez para contemplar el Muro como un lugar de encuentro, vestigio del lugar en el que los hombres dialogaron con Dios durante siglos. Ojalá haya llegado a comprender que es cierto que el Muro de las Lamentaciones ha causado división y luchas entre musulmanes y judíos, pero también ha llegado a ser escenario de paz, del deseo de construir juntos un futuro unidos. Todavía tenemos reciente el abrazo del Papa Francisco con un líder musulmán y un líder judío en ese mismo lugar.

De hecho, después de esta visita a Tierra Santa, Trump ha tenido un encuentro en Roma con el Papa. Nos cuentan los medios que sus palabras al Papa han sido “necesitamos la paz”. Cortesía diplomática o deseo profundo, no lo sabemos. Pero esperemos que estas palabras se hagan realidad y estén presentes en su día a día. Necesitamos la paz.

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