Te busco Señor, siento tu ausencia y percibo que tengo sed de ti, que te necesito.
Salgo a buscarte, en la vida, en el hacer con buena voluntad, en una patosa oración.
Pero, me doy cuenta de que, quizá, Tú ya estabas ahí.
Era yo el que estaba a mi aire y no te dejaba encontrarme.
Era más fácil ser dueño de mi vida.
Era más fácil tener mis propias ambiciones, objetivos, éxitos, «me apetece»… Donde se cuelan también inseguridades, quejas, rencillas, comparaciones…
Era más fácil dejar que resonaran y escucharlas a ellas en vez de a ti… Ellas surgen en mí, sin control, y fluyen tejiendo diálogos y planes.
Era más fácil contestar los whatsapp, que a ti; más entretenido mirar Netflix o instagram que a mi interior.
Pero, me paro.
Quiero acallar esas voces y volver a escuchar una sola voz.
Quiero volver a sentir tu cariño incondicional a mí… y a los demás.
Tú ya estabas ahí y quiero dejarme encontrar.
Por favor, guíame a mi interior, para escuchar tu voz hablándome en mí, en mi conciencia, en el silencio.