En la última gala de los Globos de Oro el presentador, Ricky Gervais, pronunció un discurso más incisivo que de costumbre. Fue sarcástico, directo, provocador y contundente. No le tembló la voz al dirigirse a quienes estaban allí y reprocharles algunas de sus contradicciones. En concreto, les dijo: «Si ganáis un premio esta noche, no uséis esta plataforma para hacer un discurso político. No estáis en posición de aleccionar a la gente. No sabéis nada sobre la vida real. La mayoría de vosotros habéis pasado menos tiempo en las aulas que Greta Thunberg. Así que si ganáis un premio, venís, dais las gracias a vuestro agente, a vuestro dios, y os vais…».
Pienso esto mientras se acerca la gala de los Goya. A mí me gusta el cine. Y solía ver la gala de los Goya desde sus primeros años. Hace tiempo que ya no. Desde que se fue convirtiendo en un acto reivindicativo generalmente muy agresivo, y en el que el maniqueísmo era evidente. Siempre los malos eran unos y los buenos otros. A mí, que si algo intento en la vida es mantener el pensamiento crítico, pero evitar maniqueísmos y la simplificación de los dobles raseros, me fue molestando hasta que dejé de verlo. Y es una pena porque un evento de este tipo puede deparar momentos realmente entrañables, como el goya del año pasado a Jesús Vidal y sus palabras de entonces.
No voy a comparar a la gente del cine en España con la gente del cine en Hollywood y transponer sin más el discurso de Gervais a nuestro ámbito. Intuyo lo difícil de hacer cine aquí. Sé que muchos de quienes van a esa gala -o ganan un premio- no son multimillonarios que vivan en imposibles mansiones de algún Beverly Hills serrano-, y que en cambio han tenido que pelear con la precariedad, así que sí saben de la vida real de la gente, porque lo son. (Aunque a veces, desgraciadamente, los que hacen los discursos más demagógicos sí son los que están montados en el dólar). Tampoco voy a decir que uno solo pueda dar un escueto gracias.
Pero miren, ya intuyo mucho discurso sobre el pin parental o la polémica de turno, que a este paso, el sábado puede ser otra; me temo mucha proclama a favor o en contra de alguien. Así que, haciendo de Ricky Gervais por un momento, si yo tuviera la ocasión el día de la gala de dirigirme a la gente del cine, sí les diría: «Hacednos un favor; hablad de cine, del arte de contar historias, de la pasión que hace que merezca la pena elegir caminos difíciles; hablad de amor si queréis, porque en vuestros agradecimientos seguro que hay muchos nombres que lleváis grabados a fuego en la entraña; hablad, si lo necesitáis, de la parte de vuestra historia que ayude a otros que atraviesan las mismas dificultades. Pero, por favor, no juguéis a tener toda la verdad. No contribuyáis a esta crispación que bastante hartos nos tiene. No llaméis fascista a media España o traidora a la otra media (esto último es más difícil que ocurra en ese foro, todo sea dicho). Siempre pedís que se apoye la cultura. Empezad por apoyarla vosotros, no secuestrándola para unos pocos. Gracias.»